Posibles reformas laborales

Walden Tres: La utopía de trabajar cuatro días a la semana

“Lo importante es animar a nuestra gente a considerar cada hábito y costumbre como susceptible de mejora. Una constante actitud experimental hacia todo”.

B.F. Skinner

Ha salido una noticia que en poco tiempo se ha hecho viral en muchos países debido a la posible trascendencia de la misma.  Sanna Marin, antes de ser la primera ministra en Finlandia, mencionó la posibilidad de reducir la jornada laboral a 4 días a la semana, durante 6 horas al día.

El debate ha estallado con intensidad sobre la posibilidad real de instaurar esta reforma tan drástica en la jornada laboral. Y es que esta nueva medida parece estar extraída de la utopía escrita por B.F. Skinner en 1948, “Walden Dos”, donde la sociedad únicamente trabajaba cuatro horas al día, y las horas restantes las dedicaba a lo que uno quería.

Puede que no haga falta irse a una utopía conductista para asumir una nueva verdad que hace tan solo un par de décadas atrás parecía una quimera. Y es que, en todos los países del mundo, se tenía la firme convicción de que cuantas más horas trabajadas, mayor sería la productividad.

De esta creencia, España lo ha tomado como una verdad inamovible, pese a que los datos indiquen todo lo contrario. Nuestro país se sitúa entre los países donde más horas se trabajan de toda Europa, y queda a su vez, en la posición 15º del ranking mundial analizado de 38 países. Esto se traduce a una media de 1695 horas al año, pero cuya productividad por hora trabajada se encuentra en un 31,5 %, mostrando una productividad menor que países donde se trabajan menos horas al año -Un buen ejemplo de ello sería Alemania-.

Y es que, a pesar de nuestra jornada laboral a 40 horas, hay dos problemáticas que atentan directamente contra la productividad en nuestro tejido empresarial. Y estas son básicamente el absentismo y el presentismo.

Reducir la jornada laboral, puede que sea una realidad –con el tiempo- en otros países, pero en España, la alta tasa de temporalidad, de rotación y de vulnerabilidad laboral, hace que esta medida sea inasumible a día de hoy. Las consecuencias podrían implicar un perjuicio más que un beneficio para la población.

Reducir las horas trabajadas de forma tan drástica como el planteamiento inicial, supondría el empobrecimiento de los salarios, contribuiría a subir más la temporalidad y precarizaría el empleo. Nuestro tejido productivo se fundamenta en el turismo, lo que implica que para atender a la demanda en el sector servicios, ya de entrada, hace inviable la reducción en la jornada laboral sin que supusiera un empeoramiento en la calidad del servicio. Supondría por un lado el incremento del costo por parte de los empresarios en la contratación de más personal, y por otra, el empobrecimiento de los salarios de los trabajadores por trabajar menos horas a la semana.

En los sectores IT podría ser una medida más plausible, pero considero que, antes de reducir la jornada laboral de forma tan drástica –cuyas consecuencias todavía no están lo suficientemente investigadas-, hay otra serie de medidas que podrían mejorar el entorno laboral si se cambiara el sistema de trabajo. Una posible solución al problema del presentismo sería funcionar hacia una política de trabajo más orientada a objetivos anuales –tanto a nivel individual, departamental como organizacional-, sistemas de implicación e identificación con los valores organizacionales, una comunicación fluida entre mandos superiores e inferiores, o tratar de evitar el síndrome “boreout” reduciendo las tareas repetitivas y carentes de sentido.  Esto a su vez, fomentaría el “engagement” con el trabajo, lo que supondría bajar la tasa de absentismo sin causa médica.

Estas medidas indirectamente ayudarían a reducir los costos de atención médica a los trabajadores, los cuales, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son cada año más alto.

Todavía quedan por delante muchos estudios y muchos avances para que la reducción de la jornada laboral a cuatro días a la semana, durante 6 horas trabajadas al día, sea una realidad, -sobre todo a nivel global-. 

Si bien es cierto, ya ha habido empresas que han dado el primer paso a la hora de experimentar con esta reducción de jornada y han obtenido resultados positivos durante el proceso. Aunque son las menos. Entre los ejemplos más importantes destaca la empresa norteamericana de “Basecamp”, “Microsoft Japón” y “Perpetual Guardian”. Esta última, es una empresa neozelandesa, cuya reducción durante su jornada laboral ha pasado a ser un cambio permanente en su organización, a diferencia del resto. Eso sí, a la vez cambió el sistema de trabajo y puso una política de objetivos de productividad -.

Otras empresas como la estadounidense “Treehouse”, no obtuvo resultados tan positivos. De hecho, la aplicación de la medida, supuso el despido para veinte personas de su plantilla.

Pese a todo, es importante mantener una mente abierta y creativa, para seguir investigando nuevas medidas que favorezcan tanto la flexibilidad como la productividad. Esto permitiría promover más medidas de conciliación, igualdad en materia laboral, reducir los problemas de salud relacionados con el trabajo, y, lo que es más importante, el poder vivir más felices dentro del entorno profesional. Eso sí, siempre manteniendo unas miras hacia una la productividad.

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